Una vez el sol,
cuando sus luces ya
se iban
delirando, decía
adiós;
entre sus rayos
mandaba amor,
en su ocaso
triste;
amarillo su
color,
y de amor
enrojecido,
sus rayos, entre
ellos,
hablan de
amor,
las espigas, por la
brisa mecidas,
del sol sentidos,
restos de calor,
caricias y
besos.
Triste, gris y
frío, lo oscuro asomó.
De repente,
el tiempo paró;
la ruta, al fondo y
la escena,
todo congelado
quedó;
árboles mudos, ramas
y hojas
perplejas y quietas,
así pasó;
pájaros sin cante,
a sus hembras,
ni conquistas ni
halagos.
Completada la
escena,
el telón, en
silencio bajó.
Ranim Solayman
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